Qué Fernando Simón quede como póster del científico entrañable y decente resulta asombroso. Disponemos de números que ilustran su fenomenal peripecia como director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad. Sabemos que España habría salvado decenas de miles de vidas si se hubiera ordenado el confinamiento a finales de febrero o principios de marzo. El Washington Post ha revelado que los servicios secretos de EE.UU. llevaban desde principios de enero informando a la Casa Blanca del riesgo de una pandemia y de que urgía tomar medidas. Cuesta creer que semejante información no fuera compartida con sus socios. Pero Donald Trump, Boris Johnson, Jair Bolsonaro, Pedro Sánchez y cía., estaban a otras cosas.
¿Y Simón?
Veamos la hemeroteca…
Un 28 de enero Luciana Borio, ex directora de Políticas de Preparativos Médicos y Biodefensivos en el Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. entre 2017 y 2019, y Scott Gottlieb, ex comisionado de la Administración Alimenticia y Farmacéutica 2017 y el 2019, publicaron un artículo en el Wall Street Journal donde alertan de que «la nueva epidemia de coronavirus en China tiene unas características que pueden hacerla muy difícil de controlar. Si las autoridades de salud pública no interrumpen la propagación pronto podría infectar a muchos miles de personas en todo el mundo, interrumpir los viajes aéreos, desbordar los sistemas de atención médica y, lo peor de todo, cobrarse más vidas».
El 31 de enero, Simón comenta que «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado» y, además, «con la información que tenemos ahora mismo, hay indicios de que esta enfermedad sigue sin ser excesivamente transmisible».
El 3 de marzo el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de la UE aconseja a los países miembros «evitar actos multitudinarios innecesarios».
El 6 de marzo, William Hanage, profesor de epidemiología en el Centro de Dinámica de Enfermedades Contagiosas de Harvard, escribe en el Washington Post: «La batalla para evitar que el covid-19 llegue a Estados Unidos probablemente haya terminado sin disparar un solo tiro. No hemos sido engañados, superados o esquivados. Sabíamos lo que se avecinaba. Simplemente miramos para otro lado mientras el coronavirus entraba».
El 7 de marzo a Simón le preguntan por el riesgo de acudir a las manifestaciones del 8-M. Responde que «cada uno tiene que expresar sus ideas como considere y si consideran que tienen que estar en la manifestación, que estén».
Cuatro meses más tarde España es el séptimo país del mundo con más muertos por coronavirus, 28.385. Si sumamos el exceso que arrojan tanto el MoMo como los registros civiles, otros 20.000 muertos, somos el tercer país con más decesos causados de forma directa o indirecta por el Covid-19. Sólo nos superarían EE.UU. (132.165 muertos) y Brasil (63,295 muertos). Ah, España luce una de las tasas más altas a nivel mundial de profesionales sanitarios contagiados por el virus.
Otro día hablamos de la ruina económica provocada por un confinamiento draconiano, inevitable cuando ya no quedó otra que cerrar a cal y canto antes de contar los muertos por millones.
Con todo esto ahora va Fernando Simón y posa orgulloso sobre una motocicleta, en plan Marlon Brando con chupa de cuero.
Go figure, que dicen en Brooklyn.

Julio Valdeón

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