Un observador retorcido, a la vista de esta foto del matrimonio Sánchez con los Trump, diría que el populismo es lo que tiene. Atrae a los de su cuerda. Pero a ver. ¿Qué harías si tu ministra, con exquisito respeto a la sensibilidad LGTBIQ, llama «maricón» a un colega, aunque ojo, «sin referirse a su condición sexual», no, no, para nada, y encima durante una comida con los más ilustres representantes de las llamadas cloacas? ¿Cómo si días antes te dimitió la ministra de Sanidad? ¿Qué, en fin, si toca defender ante el Senado la profilaxis de una tesis doctoral que pasará a la historia? Bien. El manual Sánchez para naufragios inminentes dicta que te reúnas con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y brindes por el CETA. O sea, que celebres aquel Acuerdo Económico y Comercial Global entre la UE y Canadá que tanto fustigaste allá por el remoto año de 2017. Luego aterrizas en Nueva York y largas sobre las políticas de tu gobierno en materia de igualdad. Con especial atención a la, mmm, sensibilización de jueces, fiscales y policías en cuestiones de género. Al tiempo que en España brotan cual hongos los audios de la ministra Dolores («A mí que me den un tribunal de tíos. Y no me llevo mal con las tías. Pero de tíos, que justamente sé por dónde van. En cada gesto, en cada cosa. Sé por dónde van»). Si Sánchez cogió el avión para el dichoso concierto de los Killers cómo no va ahora a cruzar el Atlántico. ¡Mucho mejor del brazo de Trump que electrocutado junto a sus ministras!

Julio Valdeón

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