Los destructores del Estatuto de Autonomía en Cataluña, que pusieron la Generalidad y el parlamento autonómico al servicio del putsch, gastaron cientos de miles de euros de publicidad en medios extranjeros. Lo había denunciado la valiente corresponsal de Le Monde, Sandrine Morel, periodista que escribe sobre España sin topicazos racistas, y el escándalo, que en realidad no importa a nadie, certifica la ambición de la guerra de propaganda desplegada por los golpistas. Una operación de imagen que, lejos de circunscribirse a sus villorrios, creció hasta alcanzar Londres, París, Roma, Berlín, Nueva York y Washington. A ver si pensaban que todo quedó en vídeos de mambo pijo/cupero y patéticas lacrimosas por las cantinas del Youtube. Mientras los sucesivos gobiernos nacionales fiaban todo al naturalísimo e inevitable triunfo de la verdad, as usual, Puigdemont y cia., conscientes de nuestra condición de yonquis de las noticias, y convencidos de que su debilidad estratégica y jurídica podía transmutar en fuerza de choque gracias a la publicidad, habrían gastado nuestro parné en cultivarse un perfil cool. Tocaba amenizar a unos corresponsales que aterrizan en España ciegos de lecturas adolescentes y más vagos que la chaqueta de un guarda. Casi parece que lucharon ellos o sus abuelos en vez de los nuestros mientras el mundo contemplaba con hastío la carnicería, no fuera a mosquearse Alemania. Añadan los dineritos de la publicidad, ahora que periódicos y webs mendigan por las esquinas, para que el golpe a la democracia en España acabase por lucir cual romería libertaria. Ni siquiera necesitaron el concurso de una Leni Riefentahl para que Noam Chomsky gagá y el resto de avispados comentaristas besaran la trampa. Qué más quieren, al fin, que mecerse en dirección a sus prejuicios. Despreciar el show del golpismo resultó tan ingenuo como devastador. Fue en esas redacciones, amamantadas por la superioridad moral que nace de la fatal ignorancia y el siempre pútrido racismo, donde la democracia española perdería su primera y crucial batalla.