«Melania, agente del caos del abrigo», escribía un redactor del New York Times. De ese jaez titulaban ayer viernes casi todos los periódicos estadounidenses. Asombrados por la decisión de la primera dama, Melania Trump, de visitar a los niños separados de sus padres en un centro de detención en Texas y armada con un vestido verde oliva en cuya espalda podía leerse: «I really don´t care, do u?». Traducido: «Realmente no me importa. ¿Y a ti?». La lluvia de insultos fue previsible. Normal al considerar que pocos asuntos han crispado como los desgarradores audios y vídeos de unos niños que abren y cierran telediarios mientras la opinión pública y publicada tontea con el justificado síncope. Un clamor transversal, del Papa de Roma a las asociaciones nacionales de pediatría y psiquiatría, del Centro para el Estudio del Desarrollo Infantil de Harvard a la iglesia metodista, recorre EEUU. Enfrente, los centuriones presidenciales. Desautorizados en sus más barrocos argumentos en cuanto la Casa Blanca dijo Diego para firmar la orden ejecutiva que intenta deshacer el entuerto. «La visita de hoy a los niños en Texas ha afectado enormemente a la primera dama», comenta la jefa de prensa de Melania, la fiel y combativa Stephanie Grisham. Añade que «Si los medios gastaran su tiempo y energía en sus acciones y esfuerzos para ayudar a los niños, en lugar de especular y enfocarse en su vestuario, podríamos lograr tanto en nombre de los niños». Para combatir las habladurías de una prensa que no piensa más que en fastidiar y enredar, para discutirle la mayor a quienes opinan que quizá habría sido más apropiado lucir una prenda sin brochazos, graffitis o lemas, dos hashtags que lanza como quien chuta un globo: #SoloEsUnaChaqueta y #AEllaLeImporta. Y para tocarle las narices a Grisham, pues de eso va también la actual Casa Blanca, de cronometrar la velocidad a la que unos y otros logran tropezarse y contradecirse, un tuit del marido, y comandante en jefe, o sea, un mensaje cortesía de Donald Trump: «“Realmente no me importa. ¿Y a ti?», escrito en la parte posterior de la chaqueta de Melania, se refiere a los medios de comunicación mentirosos [fake media]. Melania ha aprendido cuán deshonestos son, ¡y realmente ya no le importa!”». Entre tanto y en Texas la susodicha conmovía a todos con su calidez, su fina delicadeza, su empática ternura. Cómo reprimir el llanto cuando afirmó que «[los niños] están aquí sin sus familias, y quiero agradecerles [a los trabajadores sociales, agentes, etc., del albergue] por su arduo trabajo, su compasión y la amabilidad que les están brindando en estos tiempos difíciles». Oh, oh, oh. Melania actúa con la inconsciencia de quien sigue sin automatizar el tránsito de lujosa maniquí que evoluciona en la pasarela y comparte autorretratos en el golf a controladísima e hipervigilada esposa de presidente. Pero lo mismo aprovechó el viaje para marcarse varias campañas de promoción en una, y destacada la suya, mujer pancarta a punto de diplomarse como propagandista en guerra.