Roger McGuinn no levanta el pie del acelerador. Ejerciendo de francotirador, situado al margen de la industria, el Byrd de la cristalina Rickenbacker, que grabó discos fundamentales en los 60 junto a David Crosby, Gene Clark, Chris Hillmany y Gram Parsons, responsable de que Bob Dylan decidiera pasarse al bando de la electricidad -tras escuchar la versión que los Byrds hicieran de su entonces todavía inédita Mr. Tambourine man- disfruta de una carrera de 50 años en la que puede decidir qué hacer, cómo y cuándo. Su nuevo disco, CCD es un doble artefacto con 23 canciones. Todas ellas versiones, viejos himnos del mar pertenecientes al folklore irlandés y escocés, tonadas que cantaban los marinos o bien cronificaban las miserias y glorias en busca del leviatán. So early in the spring, Drunken sailor, Bonny ship the diamond o Greenland whale fisheries susurran al oído la tradición que McGuinn reinventa con arreglos frescos, acompañado bien por su mítica guitarra, bien por una Gibson acústica o un banjo. Instrumentista superdotado, su deliciosa digitación arruma los versos con prodigiosa facilidad. El disco viene acompañado por unas notas jugosas, explicando el origen cierto o incierto de cada una de las canciones. El tipo de disco, en suma, que la portabilidad del MP3 ha ido arrumbando. Pero McGuinn no es un ludita. Al contrario. Que bucee en la tradición y arroje antiguas melodías como un ramo de versos no le impide aprovechar las posibilidades de internet. De hecho desde 1995 viene grabando, y regalando cientos de canciones tradicionales, el canon del que él y tantos otros aprendieron. Conocido como The folk den, el proyecto está patrocinado por la Universidad de Carolina del Norte. Todas las canciones traen incorporadas sus correspondientes letras y partitura, así como una ficha histórica que ayuda a contextualizarlas. Discos y proyectos museísticos aparte, McGuinn da los últimos toques a un documental en el que intervienen buenos amigos (Judy Collins, Tom Petty, Bruce Springsteen). Una suerte de cóctel entre el vistazo retrospectivo, la entrevista a varias bandas y sus conciertos actuales. Lo ha titulado, provisionalmente, The river flows, que es un verso de Ballad of Easy Rider, el tema para la película homónima que escribió a partir de unas líneas garabateados a velocidad turbo por Dylan (a condición de no figurar en los créditos). Acompañado por su mujer, Camille, McGuinn recorre Estados Unidos en coche, tocando en pequeños teatros, colegios e institutos, universidades y bares. No precisamente porque el aura flaquee: su Back from Rio, de 1991, que incluía el single King of the hill, fue un bombazo; la caja recopilatoria de los Byrds ha vendido en grandes cantidades y el estatus del cantante y guitarrista permanece inalterable, reconocido como gran padrino del folk-rock y precursor de un fructífero diálogo entre el rock and roll y el country. A su aire, mantienen una gira perpetua que tiene mucho de corte de mangas a un panorama musical tan amnésico como debilitado.

Julio Valdeón

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