Contemplo a sus señorías hablando de la minería. Pareciera que nadie recorta y todo se reduce a un birlibirloque de dineros superfluos. Como si el organillo del Deutsche Bundesbank no tocara a muerto por España o no besáramos la guillotina. Entre la melopea del bono basura y los desbarres de la prima de riesgo naufraga la región asturleonesa, «donde los dueños del hambre, el sudor y el hacha, reyes de la minería», cuentan las horas para que el desplome sea definitivo. Resulta particularmente glorioso el debate respecto a las subvenciones. Los responsables de la cuchilla lloran sobre la letra de Santa Bárbara, patrona de la dinamita, mientras callan que otras muchas industrias reciben el boca a boca del erario público. Sus sentimentalidad no alcanza para enjuagar los números y los números revelan que hay otras soluciones menos caníbales. Con la morterada que algunos gestores se han llevado daría para aliviar a más de mil familias.

Cualquier día, en Sabero o Villablino, aparece James Cameron a lomos de su batiscafo para encontrar los restos de un Titanic 3D. Puede iniciar la inmersión en las cuentas corrientes del personal. Olfateada la pólvora que los mineros descargaron en Madrid, convencido de que proponen que nos volemos los sesos, apuesto por recuperar a Groucho: «¿Sueldo? ¿Queréis ser esclavos del capitalismo? Claro que no. ¿Y qué hace de un hombre un esclavo? Un sueldo. Yo quiero que seáis libres. No olvidéis que no hay nada como la libertad, excepto una buena caña de cerveza en un día de calor. Ser libres amigos míos. Uno para todos y todos para mí…». Encontrarán el vídeo de Los cuatro cocos si visitan el imprescindible blog de Javier Pérez de Albéniz. El Descodificador hablaba del periodismo de galeras, gratuito, que propone escribir sin cobrar porque el plumilla cena visibilidad y desayuna presencia, publicidad, fama, mas el razonamiento grouchiano puede aplicarse sin dobleces a casi todos los titulares de un año 2012 que calificaría de aciago si no aborreciera el catastrofismo. Vamos a dejarlo en dudoso. O sea, como nuestro futuro y el de los pozos.

Julio Valdeón

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