En 2003, gracias al éxito descomunal de la banda sonora de Oh, Brother, Where art you? los hermanos Cohen alertaron de la existencia de un vastísimo, olvidado tesoro. El rock, en efecto, no nació del aíre; buena parte de su gestación corresponde a una volcánica amalgama de bluegrass, country añejo, himnos de los Apalaches, tonadas de origen irlandés, etc. Tomadas en conjunto, conforman uno de los dos grandes pilares de la música estadounidense (el otro pasa por el blues y derivados). Ejercen como luces de posición. Operan en un territorio mítico donde el trovador canta las cosechas perdidas y los bardos huyen tiroteados, donde a las hambrunas se suceden inundaciones, y a los nacimientos, muertes. Su canon lo componen cientos de cantantes desconocidos, compositores anónimos y mitos del calibre de la Carter Family, Jimmie Rodgers, Bob Willis & His Texas Playboys, Hank Williams o Woody Guthrie.

Volviendo a los Cohen, podría decirse que su aldabonazo germinó, y que a los Grammys cosechados por aquel disco le sucedió el pelotazo de Alison Krauss. Gloriosos experimentos como los ensayados por Bob Dylan y The Band en 1967 consolidan su influencia en el canon. Ciudades como Nueva York, en principio reactivas a cualquier acento rural, incuban multitud de grupos adictos al bluegrass, el rockabilly o el country. Muchos de los talentos más llamativos surgidos en los últimos año, de M Ward a Conor Orbest, se reconocen en esta tradición. Y entre todos estos prodigios, en la gozosa avalancha de sonidos enemistados con el plástico, destacan Old Crow Medicine Show.

Abrasivos, humildes, combativos, rancios, románticos, altamente disfrutables, los Old Crow son cinco treintañeros: Ketch Secor (armónica, banjo, violín y voz), Willie Watson (guitarra y voz), Chris Critter Fuqua (guitarra slide y banjo, sustituido desde hace un año por Gill Landry), Morgan Jahnig (contrabajo), y Kevin Hayes (guitjo, híbrido de banjo y guitarra). Juntos, atesoran una larga, laboriosa trayectoria. Con Live at the Orange Peel and Tennessee Theatre, grabado en Asheville (Carolina del Norte) y Knoxville (Tennessee), hacen buena la intuición de su primer padrino, el gran Doc Watson. Redondean, de paso, la hermosa propuesta de Big iron world o Tennessee pusher, sus últimos discos. Canciones como Trials & Troubles, I hear them all o Wagon wheel, firmada a medias con Dylan, rubrican el poder de esta avanzadilla laica del ejército de salvación. Sin pretensiones, y muy buenos.

Julio Valdeón

© Julio Valdeón Blanco / Diseñado en WordPress por Verónica Puertollano (2012)