Earl Scruggs, pionero del bluegrass y santo patrón del banjo, instrumento del que estaba considerado el instrumentista más importante del siglo XX, ha fallecido en Nashville a la edad de 88 años. Al príncipe de la digitación con tres dedos la muerte lo encontró en un hospital sito en la capital del country, rodeado de los suyos y venerado por sucesivas generaciones de melómanos.
Pocos merecen más el no siempre honesto calificativo de leyenda que el hombre que junto a Bill Monroe y Lester Flatt consolidó aquel estilo acelerado, rural, fiero y nervudo, bluegrass le dijeron, surgido en Tennessee como hijo natural de un potaje sonoro en el que confluyeron las baladas inglesas, escocesas e irlandesas, la música de baile que traían los inmigrantes y especiados aromas jazz y gospel. Como ejemplo de hasta qué punto el mestizaje fue más rico de lo que imaginamos, baste decir que el propio banjo no fue una importación de raíz celta sino un instrumento de origen afroamericano, descendiente a su vez de los que usaban los músicos de la región de Senegambia. Aquellos que establecidos en América, quiero decir vendidos como esclavos, engendraron el blues.
Oriundo de Shelby (Carolina del Norte), donde nació en 1924, Scruggs entró a formar parte de los Blue Grass Boys de Monroe en 1945. Durante tres años, a la sombra del imponente líder, formó pareja junto a Flatt, consolidando lo que a partir de finales de los 50 se denominaría bluegrass. Llamado así en honor al nombre del grupo, con el Monroe giraba desde 1939, por el Estado del que provenían y, más decisivo, porque fueron ellos quienes fijaron su esencia. En realidad se trataba de un subgénero de la vieja hillbilly music, o sea, del country, o western music, arrinconado en las emisoras consagradas al público rural hasta que tras el final de la II Guerra Mundial Monroe y los suyos lograron imponerlo.
Scruggs, un auténtico pistolero del banjo de cinco cuerdas, ayudó al triunfo del género. Multiplicó las posibilidades expresivas de un instrumento que en sus manos pasaba de ocupar tareas percusivas a ejercer como líder, alternándose con el violín y la guitarra. El idilio con Monroe, empero, no duró más de tres años. La aspereza de la carretera, los viajes infinitos y, claro, unos jornales que a su juicio no retribuían sus servicios como merecían, dinamitaron el grupo. Lo abandonó en 1948, acompañado de Flatt. Formaron entonces los Foggy Mountain Boys, en honor a la canción de la Carter Family, formación seminal del country. En el 62 grabaron The ballad of Jed Clampett, el tema estrella de la serie de televisión The Beverly Hillbillies.
Transformados en iconos, mantuvieron su estatus hasta que las aventuras, su incurable curiosidad, la heterodoxia con sentido de Scruggs, quebraron el exitoso dúo. Lejos de militar en el tradicionalismo había apostado desde muy pronto por trabajar con músicos ajenos a su campo, caso del gran saxofonista de r&b King Curtis, que aparte líder de su propia banda colaboró entre otros con los Coasters, las Shirelles, Aretha Franlin y John Lennon.
Independizado, dueño y señor en adeñante para alimentar un apetito de novedades que no podemos tildar de revolucionario pero sí, y cómo, de poco frecuente en Nashville, Scruggs giró desde entonces junto sus hijos. Formaron la Ear Scruggs Revue. Le permitiría bucear en el jugoso circuito de los campus universitarios, el mismo que había conocido ya la resurrección de los viejos ídolos del folk y el blues. También cantó, tocó y/o registró canciones junto a muchos de los jóvenes que había afilado sus garras pegados a una radio, flechados escuchándolo, pasmados ante un virtuosismo que lejos de ser fofo sonaba orgánico e inspirado. De Bob Dylan a Johnny Cash, Leon Russell, los Byrds, Joan Baez, James Taylor, John Fogerty, Sting o, sí, Steve Martin (fenomenal intérprete del banjo), la lista de quienes compartieron devoción por su maestría es suficiente para comprender su talla.
Tampoco puede olvidarse que la canción con la que logró asentarse junto a Lester, Foggy mountain breakdown, fue luego central en la banda sonora de Bonnie and Clyde (1967), la película de Arthur Penn que en parte sentó las bases para el desembarco de los Coppola y cia.
Mejor que resumir en dos cuartillas los méritos de quien a la edad de 10 años ya era un portento, antes de repetir, como el los obituarios, que lejos de enredarse en estériles embellecimientos, propulsó la edad de oro del bluegrass con canciones incandescentes, quizá el mejor homenaje pase por escuchar de nuevo Blue moon of Kentucky, la canción que grabó en 1946 junto a Monroe. Baste esa joya para entender de quien hablamos al escribir Scruggs.
Earl Scruggs, músico, nació el 6 de enero de 1924 en Shelby (Carolina del Norte, EEUU) y murió el 28 de marzo de 2012 en Nashville (Tennessee, EEUU).