Hoy, que vuelve el folk, el pálpito rural, la adoración por los sonidos de raíz, de la mano de grupos como Wilco o Fleet Foxes, de solistas como Justin Towns Earle, toca escribir el epitafio de uno de sus chamanes. A los setenta y un años, víctima de un cáncer de garganta que lo martirizaba desde 1999, ha fallecido Levon Helm en un hospital de Manhattan. La noticia de que agonizaba corría en los mentideros desde hace semanas. Robbie Robertson, compañero musical con el que no se hablaba desde finales de los setenta, se acercó hasta su cama para sellar la paz. Acaso recordaron las equinociales aventuras de quienes pusieron sangre, polvo, óxido y latidos en el corazón de una música a base de sonidos sin cocinar, blues y country, folk y rock & roll, en los que como escribió Greil Marcus lloraba «the old and weird America».

Batería y cantante (aunque esta segunda tarea la repartía con sus compañeros), de The Band, la sola mención del grupo bastaría para que cualquier persona con conocimiento del legado cultural estadounidense y paladar de altura, corriera a pinchar sus discos. Al menos dos, Music from Big Pink (1968) y The Band (1969), deben figurar en cualquier discografía que se precie. Añadan The basement tapes, imprescindible conjunto de grabaciones que The Band realizó en 1967 junto a un inspiradísimo Dylan y base sobre la que luego, añadiendo la influencia de Gram Parsons, nacería el alt-country. Claro que allí Helm participó de forma secundaria: había abandonado el grupo entre 1965 y 1967, angustiado por los continuos abucheos que recibían de un público que no perdonaba Dylan su arrollador tránsito del folk al rock.

Nacido en Arkansas, en 1940, tierra empapada del blues de Delta y el country que llegaba desde Nashville, hijo de granjeros que cultivaban algodón, Helm fue un batería precoz. Con el tiempo acuñaría su particular facilidad para cantar con aquella voz grave y flexible, antigua y sabia, mientras acariciaba exquisito las baquetas. Reclutado por Ronnie Hawkins para unirse a su banda de acompañamiento, The Hawks, conocerá a sus futuros compañeros de The Band, Robertson, Rick Danko, Richard Manuel y Garth Hudson. Afilaron colmillo tocando una sabrosa mezcla de r&b y r&r en teatros y garitos del sur de EEUU y Canadá. Tras independizarse de Hawkins, fueron reclutados por Dylan, inmerso en su vertiginosa fase lisérgica. Tras la gira mundial del 66, acompañan al de Minnessotta hasta Woodstock, donde retirados del mundo graban de manera informal un mágico cóctel de tonadas antiguas y composiciones dylanitas, núcleo de las Cintas del Sótano aludidas. Poco después publican, ya como The Band, Music from the Big Pink, así llamado por la Casa Rosa donde vivieron en Woodstock.

El grupo, estrella por derecho propio, volvería con Dylan en Planet waves (1974), disco menor aunque no exento de joyas . Poco después inician una exitosa gira conjunta, origen del doble en directo Before the flood (1974). Cuando las polémicas entre Robertson y Helm multiplicaron su amargura, hastiados de la carretera y sus servidumbres, pusieron punto final con un concierto, filmado por Martin Scorsese, al que invitaron a multitud de amigos y colegas, de Van Morrison a Muddy Waters, Neil Young, The Staples Singers, Neil Diamond, Joni Mitchell, Ron Wood, Eric Clapton, Dr. John, el propio Dylan, etc. El fruto, The last waltz (1976) es uno de los maridajes más felices entre música y el celuloide jamás paridos. Los ochenta y noventa lo vieron publicar el estupendo American son (1982).

Regresar con The Band sin el concurso de Robertson. Sufrir la triste pérdida de Richard Manuel, que se suicidó en 1986 en plena de gira. Publicó junto al combo tres discos y entregó a las planchas una autobiografía, This wheel´s on fire: Levon Helm and the story of The Band. A finales de los noventa le fue diagnosticado un cáncer de garganta. Tras superar un tratamiento atroz, su voz resurge quemada, todavía emocionante. Crea entonces las Midnight rambles: conciertos que ofrece en su casa/estudio de Woodstock y donde acuden como invitados gente del calibre de Elvis Costello, The Black Crowes, Kris Kristofferson, Emmlylou Harris, Hubert Sumlin, etc. De paso entrega dos discos inmensos, Dirt farmer (2007) y Electric dirt (2009). Una de mis decepciones es no haber podido asistir a ninguna de esas sesiones en vivo; muchos de mis discos más preciados tuvieron a Helm en los créditos. Hombre entrañable, maestro irrepetible, se le recordará mientras haya música y respiremos.

Levon Helm, compositor y cantante, nació el 26 de mayo de 1940 en Elaine (Arkansas, EEUU) y falleció el 19 de abril de 2012 en Nueva York.
Hoy, que vuelve el folk, el pálpito rural, la adoración por los sonidos de raíz, de la mano de grupos como Wilco o Fleet Foxes, de solistas como Justin Towns Earle, toca escribir el epitafio de uno de sus chamanes. A los setenta y un años, víctima de un cáncer de garganta que lo martirizaba desde 1999, ha fallecido Levon Helm en un hospital de Manhattan. La noticia de que agonizaba corría en los mentideros desde hace semanas. Robbie Robertson, compañero musical con el que no se hablaba desde finales de los setenta, se acercó hasta su cama para sellar la paz. Acaso recordaron las equinociales aventuras de quienes pusieron sangre, polvo, óxido y latidos en el corazón de una música a base de sonidos sin cocinar, blues y country, folk y rock & roll, en los que como escribió Greil Marcus lloraba «the old and weird America».

Batería y cantante (aunque esta segunda tarea la repartía con sus compañeros), de The Band, la sola mención del grupo bastaría para que cualquier persona con conocimiento del legado cultural estadounidense y paladar de altura, corriera a pinchar sus discos. Al menos dos, Music from Big Pink (1968) y The Band (1969), deben figurar en cualquier discografía que se precie. Añadan The basement tapes, imprescindible conjunto de grabaciones que The Band realizó en 1967 junto a un inspiradísimo Dylan y base sobre la que luego, añadiendo la influencia de Gram Parsons, nacería el alt-country. Claro que allí Helm participó de forma secundaria: había abandonado el grupo entre 1965 y 1967, angustiado por los continuos abucheos que recibían de un público que no perdonaba Dylan su arrollador tránsito del folk al rock.

Nacido en Arkansas, en 1940, tierra empapada del blues de Delta y el country que llegaba desde Nashville, hijo de granjeros que cultivaban algodón, Helm fue un batería precoz. Con el tiempo acuñaría su particular facilidad para cantar con aquella voz grave y flexible, antigua y sabia, mientras acariciaba exquisito las baquetas. Reclutado por Ronnie Hawkins para unirse a su banda de acompañamiento, The Hawks, conocerá a sus futuros compañeros de The Band, Robertson, Rick Danko, Richard Manuel y Garth Hudson. Afilaron colmillo tocando una sabrosa mezcla de r&b y r&r en teatros y garitos del sur de EEUU y Canadá. Tras independizarse de Hawkins, fueron reclutados por Dylan, inmerso en su vertiginosa fase lisérgica. Tras la gira mundial del 66, acompañan al de Minnessotta hasta Woodstock, donde retirados del mundo graban de manera informal un mágico cóctel de tonadas antiguas y composiciones dylanitas, núcleo de las Cintas del Sótano aludidas. Poco después publican, ya como The Band, Music from the Big Pink, así llamado por la Casa Rosa donde vivieron en Woodstock.

El grupo, estrella por derecho propio, volvería con Dylan en Planet waves (1974), disco menor aunque no exento de joyas . Poco después inician una exitosa gira conjunta, origen del doble en directo Before the flood (1974). Cuando las polémicas entre Robertson y Helm multiplicaron su amargura, hastiados de la carretera y sus servidumbres, pusieron punto final con un concierto, filmado por Martin Scorsese, al que invitaron a multitud de amigos y colegas, de Van Morrison a Muddy Waters, Neil Young, The Staples Singers, Neil Diamond, Joni Mitchell, Ron Wood, Eric Clapton, Dr. John, el propio Dylan, etc. El fruto, The last waltz (1976) es uno de los maridajes más felices entre música y el celuloide jamás paridos. Los ochenta y noventa lo vieron publicar el estupendo American son (1982).

Regresar con The Band sin el concurso de Robertson. Sufrir la triste pérdida de Richard Manuel, que se suicidó en 1986 en plena de gira. Publicó junto al combo tres discos y entregó a las planchas una autobiografía, This wheel´s on fire: Levon Helm and the story of The Band. A finales de los noventa le fue diagnosticado un cáncer de garganta. Tras superar un tratamiento atroz, su voz resurge quemada, todavía emocionante. Crea entonces las Midnight rambles: conciertos que ofrece en su casa/estudio de Woodstock y donde acuden como invitados gente del calibre de Elvis Costello, The Black Crowes, Kris Kristofferson, Emmlylou Harris, Hubert Sumlin, etc. De paso entrega dos discos inmensos, Dirt farmer (2007) y Electric dirt (2009). Una de mis decepciones es no haber podido asistir a ninguna de esas sesiones en vivo; muchos de mis discos más preciados tuvieron a Helm en los créditos. Hombre entrañable, maestro irrepetible, se le recordará mientras haya música y respiremos.

Levon Helm, compositor y cantante, nació el 26 de mayo de 1940 en Elaine (Arkansas, EEUU) y falleció el 19 de abril de 2012 en Nueva York.

Julio Valdeón

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