Amarillo Slim, con 16 años, engaña a su padre y sale pitando de su pueblo en Texas. Lo acompañan otros dos jugadores de póquer, Doyle Brunson y Brian Sailor Roberts. Convencidos de que el muchacho es un fenómeno, deciden que sea él quien juegue. Nace un torbellino del tapete, sombrero de cowboy, sonrisa melancólica.

Vio la luz en Johnson (Arkansas) en 1928 y murió el pasado 29 de abril, de un cáncer de colon. Ha sido la personalidad del póquer más conocida de los últimos 40 años. O como explica el biógrafo Greg Dinkin, con el que coescribió sus memorias: «Creo que fue la mayor autoridad mundial en la naturaleza humana. Un hombre que, sencillamente gracias a que comprendía la psicología básica de la gente, fue capaz de viajar por todo el mundo, alcanzar categoría de celebridad y vivir según sus propias reglas».

El hombre que revolucionó el póquer, campeón del mundo en Las Vegas, ganó cientos de miles de dólares. Ayudó a prestigiar el juego. Logró que la variante tejana fuera reconocida oficialmente. Ejerció como embajador de picas y ases en el imaginario estadounidense. A su popularidad durante los años 70 contribuyeron en buena medida sus apariciones en televisión. Y sus libros, mezcla de picaresca, aventuras, pactos con el diablo, chutes de adrenalina y apuestas dignas de un loco brillante, como cuando apostó que podía lanzar una bola de golf a más de kilómetro y medio de distancia: buscó un lago helado y la pelotita recorrió tres. También apareció en películas, interpretándose a sí mismo. Cuentan que jugó contra el mismísimo Gordo de Minnesota, Rudolf Wanderone, aquel que tomó el sobrenombre de la película porque aseguraba que Walter Tevis, autor de la novela, se había inspirado en él. Como Wanderone, comprendió que tan importante era la habilidad como la forja de un atrezo, un mito que lo distinguiera de los cientos de pálidos jugones que retaban a los duendes.

Sabía desde joven que su gran capacidad para realizar operaciones de cálculo, su memoria y carisma debían de servir para algo más que agonizar en un pueblo vendiendo relojes o chupando whisky. Junto a Brunson y Roberts formó un trío de leyenda, tres aventureros que recorrían Texas en busca de primos a los que embaucar. Cuando la sociedad se rompió se hicieron profesionales, en un tiempo en el que las partidas por internet, internet mismo, quedaban lejos. Aquel era un negocio hosco, que podía preludiar broncas y amenazas.

El Buda del póquer, que con 15 años ya limpiaba a sus amigos, hacía tartamudear a sus rivales. Aunque otros ganaron más, sobrevivió a mil partidas. Transformaba a los hombres en niños y deletreó su destino a la luz desmadejada del humo y los reflectores cadavéricos, sin otra ley que la del hombre flaco con un crótalo enroscado al sombrero.

Amarillo Slim, jugador de póquer, nació el 31 de diciembre de 1928 en Johnson (Arkansas, EEUU) y murió el 29 de abril de 2012 en Texas.

Julio Valdeón

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