Habrá versión de Grupo salvaje, remake del clásico, cover de la joya firmada por Sam Peckinpah, y tendrá los ojos, y el nombre, de Mel Gibson. Del poeta lírico y bronco, borracho y misógino, kamikace y sublime, del tipo que volaba puentes al ritmo que escanciaba tequila y convenció a Bob Dylan para que le pusiera rostro, sin nombre, y música, elegíaca, a otro de sus grandes westerns, pasamos al viejo héroe del cine de acción. Sex-symbol de cuando existían los videoclubs y nuestras hermanas mayores querían ser Madonna. Hoy reciclado en director con credenciales tras una temporada en el infierno. Cierto que Gibson no va de moderno. Borracho de testosterona, partidario de filmar largas agonías, enamorado de las escenas crudas, parece vivir en las antípodas del gusto actual, pero no se equivoquen. Pocos tipos más emparentados con la metodología del #MeToo, ese bienintencionado neofascismo, y a ver quién no tiene buenas intenciones, con máscara feminista. Las películas de Gibson siempre hicieron apología del diente por diente y, sí, del fin como coartada y combustible de los medios. Luego ya toca preguntarse por la necesidad de la revisión. De cualquier revisión. Hablamos de clásicos indisputables. Piensen en la lastimosa Psicosis de Gus Van Sant, la innecesaria Carrie de Kimberly Pierce, la también inane revisión de El mensajero del miedo a cargo de Jonathan Demme, para entender hasta qué punto una cosa es ser un director notable y otra hacer milagros. Ni siquiera Los siete magníficos de 1960, con todo un John Sturges a los mandos, es nada más que una postal entrañable frente a los monumentales samuráis de Akira Kurosawa. Ya de la bobada de 2016, con Denzel Washington, Chris Pratt y Ethan Hawke, ni les hablo. Nadie sabe quienes serán los protagonistas del nuevo Grupo salvaje. De seguir las enseñanzas de un Tarantino esperaríamos un casting con perspectiva de género y raza. Pero a ver quiénes de entre los actores contemporáneos pueden calzarse las botas de William Holden, Ernest Borgnine, Robert Ryan, Ben Johnson y Emilio «El Indio» Fernández. No les arriendo la ganancia. O reinventan la historia hasta el punto de que sea otra, con fuselaje parecido pero entrañas distintas, y entonces ya me dirán, o este Grupo salvaje podrá darse con un canto en los piños si no da vergüenza ajena. Más que alargada, la sombra de Pike Bishop, Dutch Engstrom, Deke Thornton, Tector Gorch y el General Mapache es directamente sagrada. Intocable.

Julio Valdeón

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