Convocan manifestaciones en Salamanca, Valladolid y otras ciudades para protestar por la puesta en libertad de los integrantes de la Manada, previo pago de una fianza de 6.000 euros. A la espera de que se resuelva el recurso de apelación, llevaban casi dos años guardados en el maco. No es suficiente. A los partidarios del talión y el ojo por ojo, modernos discípulos de Hamurabi, todo esto de recurrir y no pedir la hoguera, la hoguera, la hoguera, les parece medieval y a la vez buenista, y al mismo tiempo machista, y retrógrado y bueno, qué sé yo, qué será lo que tiene la hoguera. «Lección aterradora para un país donde esta sentencia suena a siglo pasado», escribe Iñigo Errejón, que no distingue entre apelación y sentencia ni falta que hace a efectos de regar con queroseno las calles y rebañar votos y convocar al linchamiento mediático de los jueces. Entre las convocantes de las manifas, partidarias de que la alarma social, o sea, el clima pro-linchamiento, monotorice y ordene las decisiones de los tribunales, figuran las llamadas Towanda Rebels, que en reciente entrevista concedida a El Español sostienen que «si algo hemos sido las mujeres a lo largo de la Historia, es muy valientes» [y ellas las primeras, claro], añaden que «Una mujer puede ser de cualquier manera, igual que un hombre» [¿incluso cobarde?] y proclaman su aspiración de «dinamitar» la «existencia de características propias de la mujer o del hombre». Porque, ¿saben?, nosotras «queremos personas libres que puedan expresarse e identificarse sin ser tachados de masculinos o femeninos». Uh, el sexo y el cromosoma son una cosa artificial. Una herramienta de dominación. Un póster del patriarcado. Una coartada biológica. Menos mal que las Towanda trabajan para desenmascarar a la ciencia generalmente considerada, aborrecible desfile de injusticias, aburridísimo muestrario de datos gestionado por unos señores en el laboratorio que no entienden la necesidad de ir a la guerra ni las servidumbres propagandísticas que exige. Y así, entre enemigos de la Ilustración y bondadosos activistas, entre irracionalistas con sarampión mesiánico, jueces de la horca, posmodernos de toda condición y reaccionarios furiosos que ni siquiera se reconocen como tales, más una clase política vergonzosa y unos medios de comunicación consagrados a hacerle la rosca al público con tal de no cerrar el chiringuito, caminamos unidos en la tarea de meterle fuego a la causa de la igualdad, y no digamos ya a la separación de poderes. Hundidas ambas bajo toneladas de demagogia homeopática y acupuntura populista. Lo dijo el genio de Fuendetodos: el sueño de la razón produce monstruos.

Julio Valdeón

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